Que beber un buen vino es un placer, no sólo es un hecho, es un deleite y una satisfacción que podemos compartir, regalar e incluso aprender a saborear.
Pero además, saboreado con medida y sabiduría, es un beneficio para nuestra salud y para la de nuestros seres más queridos. Abrir y compartir una buena botella de vino, no sólo es un acto social, es también un obsequio para nuestros cuerpos.
En los últimos años han sido numerosos los estudios científicos que han probado los beneficios de consumir regularmente cierto tipo de alimentos. Muy pocos productos acumulan tantas cualidades positivas como el vino tinto.
Beneficios para la salud
Según estos estudios de diferentes universidades, una copa de vino tinto diaria es uno de los mejores aliados del corazón, ya que contribuye a aumentar los niveles de colesterol bueno en la sangre y previenen las complicaciones cardiovasculares. Al ser rico en vitamina E ayuda a limpiar nuestra sangre y los vasos sanguíneos, protegiendo nuestra salud cardiovascular.
Y si nuestro corazón nos lo agradece, nuestro cerebro más, ya que mejora la función cognitiva y la agilidad mental previniendo demencias y enfermedades degenerativas. Los científicos creen que se debe a que la elevada presencia de antioxidantes en su composición reduce la inflamación, impiden que las arterias se endurezcan, e inhiben la coagulación, lo que mejoraría el riego sanguíneo.
Poder antioxidante
Como gran antioxidante que es, ayuda a reducir el riesgo de cáncer de pulmón y de mama, bloqueando el crecimiento de las células cancerígenas. Diversos estudios aseguran que después de cumplir los 40, consumir siete vasos de vino tinto semanales reduce en más de la mitad los diagnósticos de cáncer de próstata.
Los beneficios del vino son tan extraordinarios que nos ayudan desde el tratamiento de las infecciones de las encías, su sangrado, la caída de los dientes, hasta la virtud de evitar la aparición de los estreptococos y bacterias vinculadas a la caries, además de ser muy eficaz contra la gingivitis.
Las propiedades astringentes hacen que el sabor de la comida se perciba de un modo más intenso a la vez que el resveratrol de las uvas mejore nuestro estado en esos días en que estamos algo más apáticos o cansados. Al tomarlo, liberamos endorfinas, relajándonos y disfrutando más del momento.
Impide la formación de nuevas células de grasa y ayuda a movilizar las ya existentes. Sus efectos sobre el metabolismo hacen que beber vino moderadamente reduzca la obesidad y el sobrepeso al envejecer, además de disminuir las consecuencias negativas de la vida sedentaria. La dosis diaria óptima, según estas investigaciones, serían 40 gramos de alcohol al día.
Aumenta los niveles de ácidos grasos Omega3. Previene las enfermedades que causan ceguera… son tantos sus beneficios que elegir un buen vino, no sólo es un acto de maridaje o de placer gustativo y olfativo. También es un acto saludable que nos ayuda a tener una dieta más equilibrada y sana. A disfrutar más de la vida solos, o en buena compañía.