El vino es el resultado mágico de un largo proceso realizado con mimo y esfuerzo. Desde el cuidado de la vid, la recogida de la uva, su elaboración, hasta que llega el momento definitivo de degustarlo. En toda esta cadena, es fundamental el trato que se le da a la uva para elaborar vinos de calidad. Por ello, todo el cuidado de la vid durante el año es fundamental para elaborar buenos vinos.
La vendimia se acerca y en este post queremos contarte algunos detalles más sobre la fase previa a la transformación de la uva en vino.
Cada año la vid experimenta un ciclo vegetativo. Desde que “despierta” de su letargo en marzo, hasta el momento esperado de la vendimia. Momento en el que se recoge el fruto del trabajo y el esfuerzo que acompaña toda la producción.
Dicho ciclo anual se basa en una serie de procesos que dan como resultado el rico fruto final, la uva, que podremos degustar transformada en vino.
Estas etapas se conocen por orden cronológico pues es el que sigue la vid de forma biológica:
1. Brotación
En esta etapa inicial se produce el nacimiento de la vid. Se da en el mes de marzo, con el inicio de la primavera. En este momento del año, asoman los primeros brotes que marcan el inicio de ciclo anual de la vid. Estos primeros brotes evolucionarán hasta convertirse en las hojas de la vid.
2. Foliación
En los meses de abril y mayo se da el proceso de foliación, en el que empiezan a observarse las primeras hojas de la vid. La importancia de esta etapa es vital: durante la foliación se van formando las moléculas de azúcares y ácidos en las hojas. Esta transformación en un futuro determinará el sabor del fruto, la uva, que se transformará en vino.
Existe una práctica llamada “espergurar” que se realiza durante el mes de mayo, dejando únicamente los pulgares de la poda de los brotes que sean necesarios, retirando los brotes herbáceos del tronco y brazos. Esta práctica se lleva a cabo para favorecer el crecimiento óptimo de la vid y la calidad de las uvas.
3. Floración
La floración de la vid llega en plena primavera, entre finales de mayo y principios de junio. En este momento, empiezan a asomar los primeros embriones de las flores, que posteriormente se convertirán en los granos de las uvas.
Al igual que durante todo el ciclo, durante el proceso de floración es fundamental prestar una minuciosa atención a las condiciones climatológicas. Con el fin de “abrigar” a la vid de los excesos de lluvia, que en ocasiones acompañan a la primavera, y que reciba el suficiente sol para nutrirse y crecer. Esta etapa es fundamental, ya que a va a determinar el volumen de uva recogida durante la cosecha.
4. Fecundación y floración
A finales del mes de julio, las flores empiezan a dar los primeros frutos, la cuales en esta etapa se caracterizan por su color verde debido a la carga de clorofila.
En ocasiones, la vid se presenta demasiado cargada y se lleva a cabo lo que se conoce como las “vendimias en verde” o aclareo de racimos. Esta práctica consiste en retirar una parte de los racimos jóvenes, antes de que maduren con el fin de favorecer la calidad de los racimos que seguirán madurando en la cepa.
5. Envero
Durante el verano tiene lugar la fase del envero, en la cual la uva sigue madurando y va cambiando su aspecto hasta que llegar a su color final. Las uvas tintas pasan de un color rosado a un color más oscuro y las blancas evolucionan del verde a un amarillo verdoso.
Se trata de un momento fundamental, cuando se producen los cambios más importantes que van a determinar el color, el aroma y el sabor de la uva. Al igual que durante todo el ciclo de la vid, esta transformación va a venir determinada por el clima. La temperatura y la exposición solar acelerarán o ralentizarán el proceso de envero.
6. Maduración
Entre los meses de agosto y octubre, los frutos de la uva siguen creciendo, almacenando agua y azúcar. En esta fase, la uva adquiere un sabor más dulce ya que en el proceso de la fotosíntesis los ácidos de las hojas van menguando y aumenta su contenido en azúcares.
Sin embargo, durante este proceso la piel de la uva apenas se agranda. Esto produce una mayor tensión en el exterior del fruto, volviéndose más traslúcido.
7. Vendimia
El broche de oro, el último paso de todo este complejo ciclo, llega con la vendimia. Suele tener lugar durante los meses de septiembre y octubre, dependiendo del grado de maduración de la uva.
Es un momento lleno de simbolismo. Los viticultores recogen el fruto de su trabajo. Es el resultado de tantos meses de mimo y cuidados y ponen sus ilusiones en lo que será la esencia de sus vinos en la nueva añada.
8. Parada
Finalizada la vendimia, la vid “duerme”, es decir entra en letargo. Un periodo de latencia en la que la vid espera para dar comienzo un nuevo, y apasionante ciclo.
Como acabamos de relatar, una buena copa de vino, encierra en su interior muchos secretos. Es el resultado de muchos meses de trabajo, sabiduría, mimo y esfuerzo, en el que la naturaleza, año a tras año marca su ritmo para deleitarnos con el mejor sabor de la tierra.
Alcemos nuestras copas por la nueva vendimia que se acerca, como el gran final de una nueva cosecha que muy pronto podremos disfrutar.