«NI ESNOBS NI ESTIRADOS: BODEGUEROS QUE VALE LA PENA CONOCER»
El mundo del vino está lleno de ínfulas y de enormes egos. Pero si buscas bien, aparecen personas que no responden a esos clichés. Nuestro experto nos descubre 10 personajes que hacen de la enología un sitio mejor.
Artículo escrito por Pascual Drake en Elcomidista.
02/03/2017
Cuando llegué profesionalmente al mundo del vino en el 2010 –recuerdo bien la fecha porque fue al día siguiente a que España ganara el Mundial de fútbol– mi mayor virtud vitivinícola hasta esa fecha fue presumir ante familiares y amigos de haber descubierto un tinto de Somontano que vendían en Lidl por poco más de 4 euros y que al saborearlo parecía mucho más. Esa era mi relación con esta bebida espirituosa. Nada más (confieso además que realmente ni siquiera lo había descubierto yo, se lo leí a alguien en Twitter).
Seis años más tarde, hace unos poco meses, abandoné voluntariamente mi actividad profesional en el sector. Atrás han quedado decenas de visitas de bodegas; conversaciones con más de cien bodegueros y enológos; haber probado, catado, disfrutado y bebido alrededor de 1.000 vinos diferentes y haber recomendado –y escrito sobre ellas– cientos de etiquetas que me han ido enamorando.
Meses más tarde me doy cuenta de que al final lo que ha quedado de aquello –además de una magnífica colaboración con El Comidista que espero que nunca tenga fin– no es desenvolverme con soltura ante casi cualquier carta de vino, que mis amigos tiren de mí cada vez que tienen que elegir uno o que algún que otro medio me siga llamando cuando necesita recomendaciones para un artículo. De lo que de verdad estoy orgulloso es de haber conocido a ciertas personas.
Y es que el vino es eso, personas. Esto no va de marcas, ni de viñedos, ni de bodegas emblemáticas, cepas centenarias o prestigiosas denominaciones. Esto va de gente. Fue una de las primeras cosas que aprendí. Para elaborar un buen vino hacen falta dos cosas: terruño y alguien que interprete ese terruño. Y sin lo segundo olvídate de lo primero. Un terruño en manos de un mal enólogo es como la Filarmónica de Viena en manos de Pitbull o la mejor carne de Kobe en un McDonald’s.
Por muy buenos que sean los ingredientes, si el director de orquesta no da la talla es una pérdida de tiempo y dinero. La vid necesita alguien que la entienda, que sepa cuándo podarla, vendimiarla; que sepa dar a su fruto el punto de crianza que merece, saber cuándo embotellar y sacar a la venta. Y si ese alguien además tiene visión comercial, ahí hay una historia de éxito. Y si además tiene carisma y es un buen tipo, pues tiene muchas posibilidades de estar en esta lista.
Este decálogo es la lista más subjetiva que he hecho en mi vida. Son las 10 personas de entre las cientos que he conocido, convivido, compartido una copa, negociado, visitado su bodega, entrevistado, grabado… que más han merecido la pena. Detrás de cada etiqueta de vino hay un rostro. Y quizá los rostros sean el lado desconocido del mundo del vino. Estos son mis 10 rostros favoritos. 10 tipos que –en mi opinión– deberías conocer si a ti también te tiene atrapado el mundo del vino.
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Roberto Aragón (Cillar de Silos): la pureza de Ribera del Duero
Si Ribera del Duero se tuviera que reencarnar en un bodeguero, Roberto Aragón tendría bastantes posibilidades de ser el elegido. Es un tipo envidiable: su bodega, Cillar de Silos, tiene una de esas historias que merece la pena seguir por su mejora y su espíritu por crear, innovar y sobre todo mantener unos estándares de calidad imbatibles. Su última creación es Golfo, el primer vermut de Ribera del Duero, y anda liado con unos tintos de nicho que seguro darán mucho que hablar. La bodega la lleva junto a su hermano Óscar y es en mi opinión una de las historias más sinceras de la ancha, extensa y poblada Ribera. Es un tipo honesto, divertido, muy de la tierra y muy pegado a la tierra. Uno de los mejores descubrimientos (y sus vinos, también). Un vino: Golfo, el primer vermut de Ribera del Duero (12€ aprox).